José Miguel Rodríguez Matos, Ph.D.
El título de esta ponencia aunque muy largo, sintetiza un proceso de decodificación y recodificación de las ideas del primer y segundo conversatorios que celebramos en la Universidad de Cayey y la Universidad Carlos Albizu de San Juan en agosto y septiembre de 2002, recogidas en el libro Eugenio María de Hostos: un debate actual en torno a sus ideas pedagógicas. Algunos de los asuntos que incluyo en la taxonomía que sugiere el título no necesariamente son conclusiones a las que llegamos en nuestros diálogos, sino interpretaciones mías. Así que están sujetas a posterior análisis y recodificación. La intención es usar esas ideas como "pie forza'o" para la discusión.
Consensos
Concurrimos que los conversatorios se tratan de una discusión abierta que no tienen la intención de agotar la reflexión en torno al pensamiento educativo de Eugenio María de Hostos, sino iniciar un proceso que nos permita profundizar en la pertinecia de la ideas de nuestro ilustre pensador. Las interrogantes iniciales surgieron a raíz de las manifestaciones del Hon. César Rey, Secretario de Educación. Y, por otro lado, de declaraciones previas de colegas como Ángel Villarini y Leonides Santos y Vargas, en cuyos escritos se define la enseñanza hostosiana como una actividad dirigida al desarrollo de la razón humana. Rafael nos lanzó unas preguntas iniciales que surgen de esos planteamientos, entre otras: ¿Basta esta definición de las enseñanza para sugerir que en Hostos hay una filosofía de la educación? ¿Podremos partir de ella para darle carácter hostosiano al proyecto educativo de la sociedad puertorriqueña? ¿Qué es darle un giro hostosiano a la educación puertorriqueña?
Concurrimos en que no se trata de aplicar la filosofía o la teoría-práctica contenida en los tratados de Hostos. Se trata más bien de buscar en Hostos un sentido de inspiración, como dice Santos y Vargas, ubicarnos en una tradición, dice Villarini, buscar dirección, señala Jarabo, es decir, vernos como continuadores de un proceso histórico en el que tenemos que crear nuestra propia síntesis. Tenemos que vernos dentro de una tradición, pero a la luz de los cambios que se registran en la sociedad contemporánea y que nos llevan incluso a cuestionar muchos de los supuestos que tradicionalmente hemos aceptado. Qué tipo de síntesis podemos llevar a cabo es para Villarini, el problema fundamental que debemos abordar.
Discrepancias
El concepto de la razón
Yo sostengo que Hostos destaca, entre otros, cuatro principios integradores que a su vez son fines e hilos conductores de su razonamiento educativo. Estos son, la educación como: a) cultivo de la razón, b) búsqueda de la verdad, c) ejercicio del bien y la justicia (la perspectiva moral) y d) medio para la libertad. Hostos elabora todo su razonamiento en torno a estos conceptos desde una perspectiva integral.
Sostengo, además, que para Hostos el desarrollo de la razón trasciende la visión unidireccional y desarticuladora del intelectualismo y del academicismo para impartirle dimensiones humanas del ser total-integral en su relación consigo mismo y con el mundo. Es la razón poderosa buscadora del equilibrio entre las fuerzas que dominan el ser; es la razón que alimenta el imaginario de una plena armonía de él o ella consigo mismo o consigo misma y con la humanidad, pero que lo lleva al grado de la concreción con su propio testimonio; es la razón que pendula entre lo racional y lo afectivo, desde lo más íntimo a lo más compartido, desde la familia hasta la humanidad. Es la razón que dirige al ser humano a la constante búsqueda de la verdad. Creo que la concepción hostosiana de la razón sana se distancia de las concepciones clásicas, medioevas y modernas de la racionalidad. No es un racionalismo psicológico; no es un racionalismo epistemológico; no es racionalismo metafísico. Es un racionalismo ético que pone al ser humano, individual y colectivo como sujetos de su mundo y su historia. Es la razón capaz de vencer las dudas y las pasiones con la verdad, la cual puede tener preponderancia sobre ésta. Y es ese balance que establece entre la razón la verdad lo que distancia a Hostos del racionalismo puro. Y en ese razonamiento integra el mundo físico, el mundo de las ideas, el mundo de los sentimientos, el mundo del trabajo, el mundo de la libertad.
Si embargo, Irma sostiene que Hostos no llega a la identificación de la ciencia con la moral, usual en el racionalismo-industrial-positivista que es el escolasticismo de nuestros tiempos. Este último, subsume y subordina la segunda a la primera, haciendo ley moral a la ciencia, es decir, que baste que algo se califique de científico para decir que es bueno. Hostos no llega a esta identificación pero afirma cómo la una lleva a la otra. "La ciencia conduce al bien" (RE, 33). "La ciencia sin moral es vana ciencia" (RE, 33). "Desarrollar en los niños la razón nutriéndola de realidad y de verdad, es desenvolver en ellos el principio mismo de la moral y la virtud" (RE, 23. Para ella, es la vinculación de la Razón y el Bien, axioma de las propuestas educativas de carácter racionalista e intelectualista, lo que ya es insostenible. La Razón no estuvo ausente del siglo XX europeo, ni antes, durante el genocidio en América. Pero es precisamente a pesar de ese horror y por ese horror que la Escuela nos sigue pareciendo la institución más importante.
Por otro lado Gil sostiene que el concepto de razón en Hostos es orgánico- sistémico muy complejo y es claro que también tiene una dimensión ontológica que es el gran optimismo de Hostos de que la realidad, como Kant y al igual que Hegel lo plantean, es estrictamente racional, y porque es estrictamente racional podemos conocerla. Ese es su supuesto, su gran optimismo y, sin embargo, desde el punto de vista ya epistemológico no es propiamente racionalista porque Hostos explica claramente que los principios no son deducidos de la razón, sino que son inductivos. En esto, Hostos es empirista, no racionalista. En Hostos hay un racioempirismo, una unión de la razón y la experiencia.
Plantea Rojas que no se puede decir que esté explícito en Hostos que la razón y el bien sean idénticos. Si uno mira el ensayo sobre Hamlet, Hostos hace un análisis muy profundo sobre la razón y las pasiones. Una de las cosas que dice es que la razón es instrumental. Entonces, sirve para el bien o para el mal. Y dice que "la razón es depravada razón", es decir, que si la razón no va unida a unos principios éticos y puede hacer cualquier cosa, es maquiavélica.
Irma plantea que en esos textos sobre la educación hay una confianza muy decimonónica, que no es nuestra ya, en que la razón científica se identifica con la razón. Y no hay que identificar la razón científica con la razón. Lo que ha pasado es que se ha identificado la razón con lo que los científicos hacen y todos aquellos que no hacemos lo que la razón científica, ¡positivista! hace, pues, que se nos adjudique un estatuto precario de seudo poetas, lo que no es ningún problema. Lo que a ella le preocupa, más allá de la cuestión hostosiana, es esa fe y esa confianza en que la razón científica y el saber nos llevan por el camino del bien, pues yo creo que el siglo XX demostró a saciedad que no se puede defender ese axioma del siglo XIX.
Santos y Vargas cree que en Hostos es más propio hablar de racionalidad que del endiosamiento de la razón. Había esa razón de la Ilustración, pero no era lo que Hostos proponía.
Por otro lado, Ángel señala que Hostos creía que el núcleo de la emancipación estaba en el uso de la razón, la razón del individuo, la razón de los pueblos. Porque la razón es el órgano de la verdad, del bien, de lo bello y sólo aquellos que la poseen pueden distinguir entre lo sano y lo enfermo, es decir, reconocer y luchar por el orden. Por razón entiende Hostos tanto el entendimiento, la sensibilidad como la voluntad. El desarrollo de la razón se cumple a través de lo que él llamaba un proceso natural, que también es un proceso histórico cultural y un proceso educativo formal. A lo largo de la historia, el desarrollo de la razón se va traduciendo en costumbre, en conciencia y en carácter, que, a su vez, estimula nuevos desarrollos de la razón. Hostos se dedicó a estudiar todo ese proceso desde la perspectiva de múltiples disciplinas: la ontología, la cosmología, la teología, la sicología, la lógica, la historia, la sociología, la política, la ética, la lingüística, la epistemología y la pedagogía.
Si se define así el desarrollo de la razón, la educación se convierte en la base para una reforma educativa que implicaba para Hostos el hogar, la escuela, la preparación de los maestros, los programas de estudios, los procesos de enseñanza y hasta los procesos políticos de gobierno. De manera que cuando nosotros hablamos de una teoría práctica de la educación, ésta es la totalidad de los elementos que implica esa teoría.
Entender al Hostos intelectual vs el político
Tenemos ante nosotros el enorme desafío de entender a Hostos. En ese proceso subyacen opciones para devolverle la devoción a la escuela y al maestro. Dos dimensiones importantes, según Irma, son el intelectual y el político. Dice ella: Templo llama Hostos a la escuela y apóstoles y soldados de la nueva fe a las maestras y maestros. Y señala que hay tres metáforas que nos ayudan, a esclarecer la rica, eficaz y feliz tensión y colonización entre los papeles del intelectual, del maestro y el político: el ascenso a la montaña, el alpaca y el bombero. Tres metáforas que nos pintan tres éticas inter. penetradas: Adusto es el destino del maestro (RE, 36) que sube a la montaña para ver el horizonte, porque trabaja en el presente para el porvenir, se sacrifica ahora para algo que no llegará a ver, trabaja "para las generaciones futuras" (RE, 15). El intelectual, como "el alpaca descarriado de los Andes" (RE, 16), sabe las íntimas complicidades del amor y el odio, que "Por encima de toda pasión odiosa, se levanta en el fondo el sentimiento de gratitud" (RE, 16). El intelectual que da malas noticias es, sin embargo, una figura más lúdica y menos triste, como ese bombero del discurso pronunciado en una entrega de premios en Chillán (RE, 38-44) que sin ser responsable del incendio que amenaza a la ciudad, su campana debe anunciarlo, imprudente, en medio de la noche, pero lo hace porque sabe que "Sólo así se sofocan los incendios" (RE, 44).
Jarabo: | Yo comenzaría por el planteamiento de una jerarquía que a mí me parece esencial. Ahí está sobre la mesa. Más o menos es lo que hemos venido haciendo unos y otros, enumerando una serie de principios hostosianos y me parece que era lo que el Secretario tenía en mente cuando habla del proyecto de filosofía hostosiana. |
Aragunde: | Yo no hablaría de un proyecto educativo hostosiano. |
Jarabo: | No, no. Es un proyecto educativo sin apellido, pero donde hay unos elementos hostosianos importantes. |
Aragunde: | Inspiracionales. |
Jarabo: | Bueno, inspiracionales y direccionales. |
Aragunde: | Pueden parecerse. |
Jarabo: | Pero fíjate, si es que hasta ha sido chispa para que se cree este diálogo. Hostos va a continuar siendo un patrón de inspiración y de motivación. Y como el pensamiento sobre la educación es tan vital dentro de su obra, bueno, no tenemos que sentirnos incómodos por llamar hostosianos a algunos principios que estén informando al proyecto educativo que se proponga. |
Pienso que no asumir el desafío que nos lanza esas interrogantes es quedarnos en el academicismo que, a veces, a algunos arropa; es postergar la reformulación que necesita educación puertorriqueña, que la necesita radicalmente, y que la necesita ¡ya!
¡He dicho!