José Miguel Rodríguez Matos, Ph.D.
Proyecto para el Estudio Preliminar
Educación y Sociedad, Tomo II
Edición Crítica de las Obras Completas de Eugenio María de Hostos
Entender la magnanimidad de la obra educativa de Eugenio María de Hostos -de patente intención libertaria- como una expresión concreta de su ideario, precisa explicarla como el entramado de una vida en la que coexisten y articulan lo personal, lo intelectual y lo socio-histórico. En el ideario del prócer convergen su visión de mundo, su fino talento, sus torbellinos internos, la unicidad de su época y su intelectualismo propio, por un lado, y las agendas libertarias que se gestaban en las Antillas, la América y el mundo, por otro lado. Conocer los rasgos distintivos principales de esas convergencias en sus múltiples dimensiones, sirve de plataforma para el análisis crítico, la búsqueda de explicaciones variadas y el entendimiento cabal de la obra de nuestro excelso maestro. A partir de estas premisas cobran significado los incisos principales de este estudio preliminar, los cuales pretenden destacar las relaciones intrínsecas de una serie de sucesos que sólo cobran significado en la visión de éstos como un todo orgánico.
Efigie del libertador
Eugenio María de Hostos: utopista nato, soñador visionario, pensador reflexivo; espíritu inquieto, hacedor tenaz, reformador intrépido, humanitario generoso, revolucionario resoluto, modelo vivo, inspirador universal, balance irreprensible entre el pensamiento intencionado y la acción meditada. De ese pendular dialéctico entre la idea y el verbo, la dicción y la contradicción -que conformó su estilo único- nació y se refinó el ideario que fue móvil de su faena de vida. De sus utopías nacieron sus magnos proyectos, su ingente obra, sus regias reformas educativas, todas ellas expresiones del giro radical que demandaba la América decimonónica. En síntesis, Fue un hombre de acción urgido por su visión de transformar la sociedad americana de su tiempo.
En ese peregrinar interior de su uñado ideario tuvieron génesis y cobraron forma sus sueños de libertad -de alcance individual, colectiva, antillana, americana, universal- su amor y su afán por el cultivo de una racionalidad ética, su vehemente búsqueda de la verdad, la justicia y el bien, su ideal de la Confederación de las Antillas, su visión cosmopolita, su arquetipo del ser humano completo (que, más que arquetipo, era una vivencia cuando él mismo expresaba: eso es lo que practico ), su fin último de una revolución social que pusiera en manos de las Antillas y de la América Nuestra la construcción de su propia historia. En el contexto de esas utopías se fragua y cobra significado la efigie libertadora de esta poliédrica figura que tomó la tétrica realidad social de su época como punto de partida y llegada de su pensamiento y su praxis.
Hostos, el pintor de imágenes, el escultor de proyectos, el egregio maestro, habría de dejar profundas huellas en el rumbo de la civilización de su época mediante la política como avío de la agenda liberadora, la educación como poder interventor y la pluma como bártulo de anuncio y denuncia del visionario, [que] quiso esculpir en la dura realidad de Nuestra América el ensueño de Bolívar: la unidad con la libertad y la justicia.
Pero, ¿cómo llega Hostos a identificarse con la educación como instrumento de lucha de esa unidad soñada de libertad y justicia, decisivas para la consecución de la paz y el desarrollo de las Antillas y de la América? Fue un peregrinaje de vida que, si fuéramos a periodizarlo, hay cuatro etapas, todas decisivas, que contribuyeron a su derrotero final de la educación, a la cual dedicó parte sustancial de su vida. Estas son: el período de su primera formación, de 1839 a 1860; el período político del 1860 a 1878; la transición, de 1870 a 1878 (años en los cuales traslapan lo político y lo educativo); y el período educativo, de 1878 a 1903. Esas periodizaciones no son fronteras absolutas o categóricas, sino aproximaciones, especialmente la división entre lo político y lo educativo, que parecieran traslapos consustanciales con la reflexión y la acción que caracterizó al egregio maestro.
Pero ya fuera en el quehacer político, educativo u otras facetas en las cuales Hostos se destacó, hubo una herramienta que desempeñó el papel de hilo conductor y unificadora de su agenda emancipadora, y desde la cual parten y desembocan sus estrategias vocacionales: el auto cultivo de su talento como escritor de fino corte literario, talento que llega a desempeñar un papel crucial en la expresión de su ideario y en su difusión en el mundo de su época.
Un breve recorrido por esas etapas de la vida de Hostos permitirá analizar, entender y explicar su trayectoria educativa en el contexto de su tiempo. La argentina Adriana Arpini señala que Hostos, durante su juventud en España, asimiló las ideas de los krausistas españoles que en ese momento se difundían con mucho vigor. Posteriormente incopora en el dialogismo interno de su discurso ideas del positivismo tanto de Spencer como de Comte y, finalmente, parece enfatizar el aspecto ético de su pensamiento convirtiéndolo en eje central.
Veamos el peregrinar desde el cual surge el ideario hostosiano en el tumultuoso panorama decimonónico que lo condiciona y desde el cual se forjan sus concepciones de la educación como movimiento esperanzador, transformador y liberador.
Politica
Cuba
En las Antillas se dan las condiciones que abonan a la lucha emancipadora. En la mayor de ellas, Cuba, desde la invasión napoleónica en el 1808, diferencias de pensamientos y acción establecieron brechas entre peninsulares y criollos. Para el 1809 comenzaron las conspiraciones por la libertad de Cuba. En el 1823 estando al mando el General Francisco Dionisio Vives se agudizaron las mismas. Sin embargo, aunque los gérmenes libertadores datan del primer cuarto del Siglo XIX, no es hasta el 1868 que la opresión política, la explotación económica y el estancamiento social hicieron emerger el Grito de Yara.
El 10 de octubre de 1868 treinta y siete cubanos se reunieron en el batey del Ingenio La Demajagua, propiedad de Carlos Manuel de Céspedes, abogado y rico hacendado de Manzanillo, convocados por éste, jurando librar a Cuba del yugo opresor del Imperio Español. Ese día se inició la Guerra de los Diez Años. La vieja campana que acostumbraba sonar para llevar a cabo las faenas cotidianas, esta vez tañía para comenzar la lucha libertadora. Estos cubanos, pacíficos ciudadanos que amaban la patria, no estaban dispuestos a vivir sin libertad y atacaron el poblado de Yara el 11 de octubre de1868. De este poblado tomó su nombre esta revolución.
El 27 de noviembre de 1871, a los cuatro años de haberse iniciado la guerra, ocurrió el fusilamiento de ocho estudiantes de medicina bajo el gobierno del Conde de Balmaseda. Secuela de los conflictos ideológicos del momento fue el horrendo crimen estudiantil, bajo acusación de haber rayado la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón. Años más tarde el estudiante Fermín Valdés Domínguez demostró la inocencia de sus compañeros. En el mausoleo del Cementerio de Colón se les recuerdan con una inscripción: INOCENTES. El año 1871 se conoce en la historia de Cuba, como El Año Terrible, caracterizado por despiadados atropellos contra la población cubana y simpatizantes de los cubanos insurrectos.
En el 1873 España ejecuta a los revolucionarios cubanos del Virginius, barco americano en aguas internacionales abordado y capturado por los españoles. El incidente sirvió de justificación para la intervención de los americanos en las luchas cubanas. Lamentablemente, la guerra emancipadora del 68 terminó el 10 de febrero de 1878 con la muerte de algunos de sus líderes, diezmadas sus fuerzas, sin recursos y capturado su último presidente de la República en Armas. Al considerarse esta lucha como estéril por algunos de sus combatientes, se accedió a firmar el Pacto del Zanjón, al cual se opuso el General Antonio Maceo.
Esta acción pasó a la historia como La Protesta de Baraguá. El Titán de Bronce, como se le conocía a Antonio Maceo, junto con un grupo de sus hombres aprobaron una brevísima constitución. Eligieron presidente de la república a Titá Calvar, general en jefe de las tropas que quedaban a Vicente García y nombraron Lugarteniente a Maceo. El general español al mando para la época, Martínez Campos, ordenó a sus tropas no entrar en acción contra los cubanos. Las condiciones no mejoraron, la situación era muy precaria para el gobierno provisional. A principios de mayo se envió una comisión a Jamaica para buscar recursos. Los informes fueron negativos, no se podía continuar alzados contra la Metrópoli. Sus operaciones se dieron por terminadas por la falta de recursos el 28 de mayo de 1878.
Así finalizó La Guerra de Los Diez Años, se sacrificaron vidas y fortunas, mas la lucha no terminaba: se posponía. Cabe señalar que El Pacto del Zanjón, según puso término a la Guerra Grande, puso fin a los quince años de incesante labor patriótica por la causa cubana, de nuestro apóstol peregrino Eugenio María de Hostos. Las ansias de libertad del pueblo cubano se volvieron a materializar en el 1879. Se organizó una nueva rebelión fomentada por los generales de la Guerra de los Diez Años, la cual se conoció como La Guerra Chiquita. Este nuevo brote revolucionario cesó en menos de un año. No se arraigó porque el país deseaba paz, pero fue indicador de que La Paz del Zanjón no era el capítulo final.
El 7 de octubre de 1886 se llevó a cabo la más notable conquista de los autonomistas, se abolió la esclavitud. El gobierno español recelaba del Partido Autonomista, atribuyéndole tendencias separatistas. Los autonomistas visualizaban que los problemas económicos y políticos no se podían resolver por separados. El 10 de abril de 1892 José Julián Martí y Pérez fundaron en Nueva York el Partido Revolucionario Cubano, el cual fue el alma del movimiento revolucionario del 1895. En el 1893 aumentó la campaña autonomista, se fundó El Partido Liberal Autonomista, el cual fue hijo de la revolución vencida en el Pacto del Zanjón. Además, el Partido Unión Constitucional o Integrista se dividió y se formó el Partido Reformista.
En el 1895 surgió la guerra de independencia cubana. La pluma libertadora se debió al apóstol Martí, quien logró la movilización de la acción común para la empresa revolucionaria. Unió a veteranos de la guerra del 68 y jóvenes como él que no habían peleado en ella, y los denominó los pinos nuevos. Esta guerra pasó a la historia como el Grito de Baire. El 24 de febrero de 1895 ocurrió el alzamiento de los cubanos en Baire, en la provincia de Oriente, a las órdenes de los hermanos Lora y de Jesús Rabí. La realidad fue que los cubanos, en este proceso inicial, se levantaron en armas contra el Imperio Español en cinco diversos lugares de la Isla. Nuevamente, la hegemonía española se ponía en riesgo y se involucraría el Coloso del Norte en "defensa del pueblo cubano".
El más alto exponente del patriotismo cubano, José Martí, cae en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895. No por ello la guerra se detuvo. Se emprendió la Invasión a occidente, dirigida por Antonio Maceo y Máximo Gómez, partiendo de Los Mangos de Baraguá, lugar de la protesta del 1878. Esta guerra de liberación se llevó en todo el territorio de la Isla. Los años 1895 y 1896 fueron decisivos en esta gesta libertadora. La población rural permanecía libre par moverse entre ciudad y ciudad para prestar ayuda a los rebeldes hasta que llegó el General español Valeriano Weyler, el cual reconcentró a los campesinos en centros urbanos, muriendo miles de cubanos por enfermedades y epidemias debido al hacinamiento y falta de atención médica. A este sanguinario general lo burló con su estrategia militar el General Antonio Maceo burlando La Trocha de Mariel a Majana, que él creía infranqueable, para luego penetrar en La Habana. La llegada a La Habana no la pudo efectuar ya que a pocos días de haber burlado la trocha cayó en Punta Brava en un lugar conocido como El Cacahual, el 7 de diciembre de 1896.
La invasión había probado que los cubanos lograrían la independencia de su patria sin la ayuda extranjera, pero Cuba estaba atrapada entre dos imperios y sus respectivas agendas. En el 1898 es sustituido el general Weyler, por el general Ramón Blanco y Erenas. El 8 de agosto de 1897, en el Imperio Español, muere asesinado el Presidente del Consejo, Cánovas del Castillo, asumiendo esta presidencia Práxedes Mateo Sagasta, partidario de darle a Cuba la autonomía. Las reformas llegaban tardías, los cubanos no las aceptaban y los peninsulares las combatían. Hubo motines y saqueos lo que provocó al Cónsul norteamericano en La Habana, Fitzhugh Lee, aconsejar al presidente McKinley el envío de fuerzas navales a los puertos de Cuba. Cuba se encontraba en la mirilla mundial, el pueblo norteamericano se solidarizaba con el cubano, mas los intereses económicos consideraron que había llegado el momento para intervenir en la guerra entre los cubanos y los colonialistas españoles. Siguiendo los consejos de Fitzhugh Lee, se envió a La Habana el acorazado Maine de la Armada de Los Estados Unidos. El 15 de febrero de 1898 explotó dicha embarcación, hecho que tornó la situación muy tensa entre los dos poderes hegemónicos, Estados Unidos y España. La guerra entre Cuba y España tomó otras dimensiones involucrándose Estados Unidos. Estalló la Guerra Hispano-Cubano-Americana.
El 19 de abril de 1898 el Congreso de los Estados Unidos aprueba una resolución conjunta para liberar a Cuba, exigiendo del gobierno español renunciar a su autoridad sobre la Isla. El 20 de abril el presidente McKinley firmó la resolución dándole un ultimátum a España. El 21 de abril rompieron relaciones diplomáticas. El 25 de abril el Congreso declaró estado de guerra y el 27 de ese mes ya Cuba estaba bloqueada.
La acción se inició el 20 de junio de1898, el 24 de junio se decidió el ataque a Santiago de Cuba, con las batallas del Caney y en la Loma de San Juan, donde fue derrotada la infantería española. El 16 de julio se firmó la paz en Santiago de Cuba, sin tomar en cuenta a los cubanos. La guerra terminó con El tratado de París el 10 de diciembre de 1898. Ante la derrota, España cedió a Filipinas, las Islas Guam y Puerto Rico.
En enero de 1899 el General Adolfo Castellanos entregó el mando de la Isla al General John R. Brooke. Del 1899 al 1902 duró el protectorado de Estados Unidos sobre Cuba. En 1901 se aprobó la constitución a la cual se le impuso una enmienda, La Enmienda Pratt. Ésta se derogó en el 1934 por el Presidente de Los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt La lucha cubana fue condicionada por el poder hegemónico del Coloso del Norte. Esta enmienda permitía la intervención política y militar de los Estados Unidos, restringía las relaciones exteriores y concedía el derecho a arrendar tierras para bases militares en puntos determinados que se convendrían con el presidente de los Estados Unidos, entre otras condiciones. Las protestas para combatirla fueron infructuosas. Con este yugo opresor nació la República de Cuba el 20 de mayo de 1902, siendo su presidente Don Tomás de Estrada Palma. Un año después de todos estos acontecimientos de la hermana antilla, muere Eugenio María de Hostos, nuestro apóstol peregrino. Cabe señalar que en el 1899 se desata la revuelta de los filipinos contra los norteamericanos que duró hasta el 1902.
Educacion
Libertad
La libertad
¿Cuál es el vínculo que Hostos establece entre la razón y la libertad? Hostos sostiene: "La razón es compañera inseparable de la libertad, y la libertad no consiente que se burle su única inseparable compañera. La paz, basada en la libertad interior, es el elemento capital de la vida. Sólo la libertad y la razón son verdaderos civilizadores en la Tierra". Para Hostos la libertad es un concepto amplio y profundo que, inclusive, tiene la virtud de sanar el interior del ser humano. Es una facultad natural; nacemos con ella. Pero es también multiplicación de esfuerzos perpetuos. La libertad en Hostos reclama la cooperación de todas las actividades individuales y la suma activa de todas las actividades sociales. Según Arpini, Hostos radicaliza las tesis krausistas acerca de la libertad y la igualdad de los hombres y los pueblos, afirmando la autonomía individual y el derecho de autodeterminación de las islas. La educación es instrumental a esa agenda liberadora que tiene dimensiones individuales, colectivas nacionales, antillana y universal. En un análisis del discurso de Hostos en el Ateneo de Madrid el 29 de diciembre de 1868 -discurso de ruptura- señala Arpini: El momento nuclear del discurso hostosiano estriba, pues, en la idea de libertad, asumida dentro de una percepción optimista de la historia, según la cual, la humanidad evoluciona históricamente en el sentido de la progresiva ampliación de la libertad.
Escuela
La escuela
Hostos concibe la escuela como una de las cuatro instituciones sólidas conjuntamente con el matrimonio, la familia y el sistema democrático, que harían posible el logro de los propósitos de la educación. Estas instituciones proveen espacios para el desarrollo de valores. Por eso lo vemos como un defensor de la escuela y de las instituciones sociales que complementan el logro de sus fines. Dice Hostos que la palabra escuela no debiera pronunciarse sin que la devoción recogiera nuestro espíritu. Percibía la escuela como: curadora de la salud social y templo de la verdad. Edificante, la escuela ha de educar en vista y previsión continua de su propio objeto moral y del objeto que tiene en la vida y en la humanidad del niño. El niño es la promesa del hombre, el hombre es la esperanza de alguna parte de la humanidad: la escuela tiene por objeto moral la preparación de la conciencia. Así, por su objeto, como por el niño que va a ser hombre, la escuela ha de edificar en el espíritu del escolar, sobre cimientos de verdad y sobre bases de bien, la columna de toda sociedad, el individuo.
La educación en general, y la escuela en particular, eran para Hostos no sólo el mejor antídoto para la ignorancia prevaleciente, sino el arma más contundente para vencer a quienes se oponían a ellas porque querían perpetuar el estado de cosas. Desde la educación y desde la escuela veía las posibilidades de transformación y desarrollo social que anidaba su ideario. Era la concepción de la escuela como templo de la verdad, ejemplificado en la campesina que se persigna y ora al pasar frente a aquélla, simbolizando la reverencia hacia el saber sobre la metafísica y el sectarismo.
Para Hostos la escuela era un instrumento moral, esperanza social: ...pues claro es si una sola escuela, refiriéndose a la Escuela Normal, con su enseñanza, su propaganda y con su ejemplo, bastó para en parte paliar el daño continuo que en la moralidad pública producía el continuo mal ejemplo del gobierno, claro es también que una organización adecuada de las escuelas todas del país actuará contra las malas costumbres en proporción directa con su cantidad...a más escuelas, más acción contra la inmoralidad. Sin embargo, la escuela no era la única responsable, sino también el hogar y cuantas instituciones fueran capaces de extender al hogar y a la escuela el aprovechamiento del tiempo y la adquisición de nociones de verdad, de bien y de belleza.
Educacion Sociedad
Educación y sociedad
Podríamos calificar al Hostos educador como pensador crítico, estratega revolucionario y teórico positivista. Lo primero, en cuanto asume un paradigma distinto de la educación cuyo fin era la transformación social. Lo segundo, en cuanto sus proposiciones rompieron de forma radical con el pensamiento, los esquemas y los métodos del momento. Lo tercero, en cuanto todos sus proyectos, concepciones y proposiciones de la educación apuntaban a la búsqueda de las verdades positivas a través del método científico. Pero, sobre todo, asumió una postura de la educación como un proyecto moral que habría de penetrar en la conciencia de los pueblos antillanos y latinoamericanos. El ideario de Hostos tenía alcances insospechados a la típica mentalidad de su época. Sólo la educación, como opción revolucionaria, proveía las posibilidades que no encontró en su militante agenda política bidecárea. Por ello convirtió la educación en su trinchera de lucha. Esta es la expresión de su pedagogía que vemos plasmada a través de las partes de este tomo de su pedagogía: la educación moral, programas y enseñanza, el paradigma curricular, la escuela normal, la universidad y la educación de la mujer. Pero lo más admirable de su reflexión pedagógica posiblemente sea la forma natural -y magistral- con la cual él inserta su análisis en la realidad social imperante.
La universidad
Una prioridad en la gesta reformadora de Hostos fue el plan de estudios de la Facultad de Leyes de la Universidad de Santiago en Chile. Intentó reformarla en su fondo y su forma, por las implicaciones que tenía ésta en una enseñanza bien organizada en el desarrollo de la sociedad. Aquí Hostos defiende la enseñanza científica por sobre la enseñanza profesional de la Jurisprudencia, así como su relación con el derecho legislativo de los tiempos, de la legislación chilena, el derecho comparado, el derecho internacional, natural y la economía política. Aboga por la inclusión de la ciencia social en la enseñanza de la jurisprudencia y el derecho administrativo comparado con una sólida base racional y nacional. Hostos siempre aboga por el sano juicio, la sana sensibilidad. Por esto condena a los enérgicos que se quieren imponer a toda costa a expensas de la razón, aunque ve en los enérgicos y los firmes una esperanza para sacar a los pueblos de las ruinas.
Reflexiones finales
Buscar en Hostos opciones para la educación contemporánea antillana, americana y universal es un encomiable proyecto. Como bien señala Aragunde: Hostos no pretendió crear un pensamiento universal, pero de la profundidad de su pensamiento, de su mezcla de utopía y razón, emanan ideas y posturas que inspirarían generaciones. Por esto abogamos por abordajes críticos que superen los abordajes biográficos e inspiracionales y que abonen nuevas perspectivas e interpretaciones actualizadas de las ideas de este ilustre pensador. Posturas que permitan cuestionarle, debatirle, refutarle cara a cara, tu a tu, sin menoscabo a su gran legado intelectual para todos los tiempos, pero sin reverencias acríticas. Acuñar contenidos acríticos de escasa o ninguna pertinencia con la realidad actual de nuestros pueblos es rendir un pobre homenaje a nuestro excelso maestro. Aragunde hace un llamado a utilizar las epistemologías democratizantes como:
"...aquellos intentos por conocer la realidad que plantean que lo fundamental en el proceso de conocer no es el acto de conocer en sí, sino el modo en que lo conocido es interpretado por la comunidad.... Sugieren que los saberes frecuentemente responden a lógicas epistémicas nada democráticas. Por lo tanto, no aceptan que hay sin más una rigurosidad absoluta, de corte científico o filosófica que tiene validez para siempre y para todos los lugares. Las epistemologías democratizantes no postulan que la realidad, natural o social, sea democrática; es que ella puede ser interpretada como colaboradora en el proceso de ir democratizando los distintos ámbitos de la existencia. No privilegian a los intelectuales como los únicos sujetos capaces de ofrecer una interpretación adecuada de la realidad, sino que reconocen la multiplicidad de ángulos desde los cuales en la realidad se construyen los distintos sentidos. Las epistemologías democratizantes se acercan a la tarea de estudiar la realidad revelando a los que están en proceso de conocerla cómo ella puede ser descrita, interpretada y hasta disfrutada con el fin de ampliar e impulsar reivindicaciones que describimos pomo democráticas y libertarias". Aquí vemos posibilidades de actualizar el pensamiento de Hostos a partir de la realidad del entorno socio-político-cultural de nuestros pueblos. Y vemos posibilidades de desmitificar a Hostos, recrearlo, reformularlo y trascenderle. Este estudio pretende proveer un amplio marco de referencia para esa impostergable y encomiable agenda.
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